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CATARATA DE WAMAMACHAY

Apu Wamamachay

(El descanso del Halcón)

Publicado: 2017-01-22


Para conocer Celendín, hay que salir de la periferia, abandonar la concentración urbana y visitar alrededores.

Hoy, nos vamos en nuestra ruta norte, persiguiendo las más espectaculares y naturales caídas de agua en nuestra provincia, y en esta primera entrega para nuestros lectores, visitaremos “El descanso del Halcón” o Wamamachay, un Apu celador del valle de Llanguat, o como dicen los lugareños, el valle de “Llanguate”.

Wamamachay el gran Apu, convive con otros hermanos, estos macizos andinos cuyas gradientes caen de forma espectacular hasta el cálido valle, son: el Apu Chuclalás al Sur, que nos conduce en su parte inferior al mismo Llanguat.  

Los Apus “La Llave” y “Tolón” (el más enigmático de todos) al extremo Este. Y frente a Tolón está el Wamamachay, de sus entrañas discurren las aguas que conforman una gigantesca catarata que va originando tinajas color turquesa en su caída, la misma que se desarrolla en 13 paradas o tiempos.

Pues bien, el objetivo es llegar hasta estas “Cataratas del Wamamachay”, así que descendemos sobre dos ruedas, a bordo de la “poderosa” una motocicleta que nos permitirá ir fotografiando el camino, y apuntando en la bitácora nuestras impresiones.

Tomando la calle dos de mayo, casi convertida en una avenida hacia el colofón de la ciudad, conectamos con Pállaq (nótese el uso de la tilde, como palabra paroxítona que nos remite a la pronunciación original del Runasimi)

La leyenda dice que por este sector, se drenaron las aguas de la mágica “Hananchancocha”, la quimérica laguna que ocupaba el lugar de Celendín en la tradición oral.

Esta laguna, se originó a raíz de un etéreo pedido del Inti, que encomendó la labor a su hijo Jelig “El Centinela”, lo que degeneró en una rivalidad con su medio hermano “Tolón” compactado con el Uku Pacha, asesinó al más débil de los hermanos, el Apu “Pállaq”. Fue por aquí que el agua de Hananchanocha decantó formando el río “La Llanga” que atraviesa el valle de Llanguat.

Sobre la motocicleta, atravesamos Pállaq (el exánime), para comenzar un declive por carretera afirmada, que resbala neumáticos, rumbo al pequeño norte de nuestra provincia.

Al llegar a “Shururo” identificamos una enorme roca, a manera de mirador natural, desde donde se aprecia toda la extensión del valle interandino de Llanguat, y que se recomienda para la captura de instantáneas.

La brisa cálida que canturrea sobre el rostro, es perfecta invitación para penetrar este tímido paraíso. El viajero va a experimentar, de súbito, un cambio de microclimas en solamente minutos.

La extensión de estas tierras en Llanguat, es muy importante para la producción agrícola, califica como caserío del distrito de Celendín, aunque los terrenos que están cruzando el río “La Llanga” pertenecen al distrito de Miguel Iglesias (Chalán) de nuestra misma provincia.

Si bien es cierto que hay un sin número de actividades que se podrían realizar en Llanguat, y otras que faltan implementar, debemos recomendar las siguientes: visita a las aguas termomedicinales de aspecto cobrizo que me recuerdan a las de Cocalmayo en Santa Teresa (espaldas de Machu Pichu), tratamiento facial en barro enriquecido de minerales, camarotaje en río, pesca deportiva con anzuelo o atarraya de la siguientes variedades de peces (plateado, lise, dorado, shagame, charcoca—este último casi desaparecido—y crustáceos como el cangrejo de río), avistamiento de aves—birding o birdwatching—.

El trecking puede desarrollarse por el acceso derecho al Apu Wamamachay, hasta llegar a su cumbre en camino serpenteante, para divisar luego todo el amplio panorama, desde allí mismo en la cumbre del Apu tutelar podría implementarse a futuro el ala delta, como también frente al Wamamachay (cerca de Trapiche Viejo) de donde nace el Agua de Mamac utilizar la peña para la escalada en roca.

Hemos salido de Celendín, muy temprano en la mañana, y solo en 45 minutos de descenso sobre “la poderosa” ya estamos en el valle. Nos tomamos un reparador vaso de zumo de la caña de azúcar que produce Llanguat (mediante la técnica artesanal del trapiche de madera), si se desea el jugo macerado convertido en guarapo, o una innovación que mezcla un cuarto de vaso de jugo de caña, un cuarto más de guarapo, por último y hasta llenar el vaso, la cerveza negra (una Trilogía).

Esta sobreparada en Llanguat, es solo para deleitarnos sensorialmente con sus bondades, pero debemos continuar atravesando “Trapiche viejo”, desde donde se ve “El Papayal” un lugar de esparcimiento al que se accede cruzando por un huaro u oroya, con cuidado de caer al río, por la margen izquierda de “La Llanga”.

Se puede seguir la aventura por una gran caverna natural incrustada en el cerro, con presencia de estalagmitas y estalactitas, para notar en el medio una asombrosa laguna. Sin embargo a unos 20 metros de distancia se siente el aire enrarecido, y se comienzan a apagar las linternas. Es una aventura que se recomienda para los intrépidos e intrépidas, que van en búsqueda de nuevas emociones.

Cuentan los mayores que este túnel servía para trasladar los metales preciosos hacia los cacicazgos Chachapuyos, y que cuando el Inca “Huayna Cápac” llegó por estos territorios se tuvo que derrumbar para que fuera ignorado por el emperador.

Una leyenda, también explica que el túnel del sector “El Papayal” conecta con las cuevas de Múyoc (Miguel Iglesias), y que estas cuevas se comunicaban directamente con la Playa del Inca (Cortegana) desde donde se descendía al gran río Marañón para lavar los minerales.

Tomamos el camino que cruza un puente, hacia la derecha, espectaculares vistas de las enormes peñas mineralizadas, es un contraste de colores y tonalidades que se degustan con todos los sentidos.

Llegamos a la escuelita de Saraúz (o Saraos) para un ligero almuerzo de conservas (aunque lo recomendable sería hacerlo en Llanguat), desde allí un camino muy liviano siguiendo la trayectoria de los canales de agua para uso agrícola.

Arrullados por el cántico del agua, notamos luego de 30 minutos… la cascada que se abre con toda su majestuosidad.

En la recta final, cangrejos debajo del agua, en la parte donde el canal va deteniendo el flujo de su corriente, nos incrustamos entre los matorrales (ya que aún no se han trabajado los accesos), por eso se recomienda ir con guía. Y ascendemos en un camino un poco más dificultoso pero con una recompensa formidable.

El Puente de los Cilindros

Puente de los Cilindros


Nos espera un último reto, debemos cruzar por un puente formado de cilindros, que dejan en el eco sus chirridos a medida que avanzamos, una vista perpendicular hacia una quebrada seca que forma una cama de enormes rocas, si no se desea cruzarlo, se puede seguir avanzando hasta bordear este tenue óbice, pero si se quiere llegar con el corazón en la boca, muy despacio, avanzando cada tramo con mucho cuidado, tomado de los pasamanos.

Las Cataratas de Saraúz

Catarata de Wamamachay

Hacia la parte superior, llegamos a nuestra primera tinaja, el color turquesa del agua es increíble. Y si se mira con atención, hacia la cabecera del agua desde donde nace la catarata, parecería que es el cielo que se ha abierto para drenar sus aguas burbujeantes entre los peñascos.

Encantador, el color del cielo del edén, el agua espumosa cayendo como dándose su tiempo, la tinaja turquesa, es casi como estar en mitad de camino hacia el Olimpo.

Llegar hasta allí y no refrescarse es un delito, así que con mucho cuidado porque en el lecho de las tinajas hay rocas, uno se sumerge para darse un baño reparador. El agua es muy fría, pero les recuerdo que el clima por aquí es muy cálido, así que cae más que bien.

Antes de que se muera el sol, retornamos hacia Celendín oyendo todavía el eco de todas las criaturas del camino, si se tiene suerte se cruzará con una amable tarántula, no le haga daño, es quien limpia esos caminos. Verá un quinde de plumaje multicolor llevar el fuego de la sabiduría de casa en casa, se sorprenderá con los pequeños halcones peregrinos que evocan a los reyes del pasado que alguna vez fueron dueños de este fértil valle.

Cuando retorne para Llanguat, y si tiene mucha suerte, observará que la luz del sol en el ocaso golpea contra una enorme peña en “Trapiche Viejo” formando la figura de una “sirena del atardecer”, en fin hay que revelar muchos misterios que todavía envuelven en un aire mágico, que nos permite echar vuelo, como un halcón a esta, nuestra ruta norte… en el Wamamachay.

Recomendación: Si no se tiene una “poderosa”, hay empresas de transportes que salen muy temprano, desde las 6 de la mañana de Celendín hacia Llanguat y movilidad que retorna por la tarde. Esta ruta también se la puede realizar caminando. Anímese.

Para mayor información: Gral. San Martin 423, y en Facebook: Latinoamérica Folclórica y en televisión de señal abierta #LatinFolk.


Escrito por

Franz Sánchez

Activista 2.O, ComunityManager, Voice Over, Marketero en curso intensivo y Comunicador Sin O.


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Calumnias de Opinión, punzantes, hirientes y muy dulces.