Celendín, el carnaval y su organización
La festividad que podría impulsar el turismo, y que no lo hace.
Celendín ha dado a la región Cajamarca, y más aún al carnaval de nuestro país, un enorme aporte con una de las composiciones musicales más famosas de estos festejos: “el Cilulo o Shilulo” interpretado por un sin número de artistas, en diversos géneros musicales y en diferentes países del mundo.
Sin embargo, desde hace ya bastante tiempo, Celendín parece no reconocer su propio legado histórico, y el sitial que le corresponde a nivel nacional. No solo está el Cilulo, el propio “Indio Mayta” que internacionalizó las cashuas y carnavalitos en tierras mesoamericanas. Y a pesar de ello tampoco se reconoce al artista, ni se lo invoca durante las celebraciones del Carnaval.
Las festividades en Celendín, nunca fueron organizadas en la dimensión que la provincia merece, quizá en gran parte porque las gestiones que arribaron al gobierno local, fueron compuestas por un grupo de personas que ignoraron la envergadura de la tradición carnavalesca. Y en esta ignorancia, asesinaron su propia identidad cultural.
Hoy la dirección de las festividades puede recaer bajo el despropósito de cualquier persona, incluso así esta, no se haya enterado de la historia cultural del pueblo.
La municipalidad, asume las veces de tesorera de recursos que entrega en efectivo a los barrios bajo ninguna premisa y confiando a ciegas que los microcomités de barrio (que son la manchita más chevere de una cuadra), hagan el uso libre del dinero. Se estima que solo el año pasado pudo haberse gastado cerca de 50 mil soles en la organización de las fiestas de carnaval, y a pesar de esto, el carnaval celendino todavía no le da la talla al de José Gálvez que con mucho menos, realiza un corso de carnaval excepcional y que le ha servido para marketear el slogan “capital del carnaval celendino” con mucha justeza.
Pero, cómo, cuándo y por qué se origina esta desidia en la organización y abandono de lo tradicional.
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PATOTA ROSARINA EN 1983
La fecha exacta nos remite a los primeros desencuentros entre el barrio El Rosario y el municipio que por aquél entonces lo presidía el alcalde don Renán Sánchez Izquierdo.
Y es que el barrio El Rosario desde sus orígenes como Colpacucho heredó en su aservo cultural el carnaval campirano que viene desde Llanguat, que oye cantar a Cilulos, que atraviesa arenales y que llega a la ciudad trayendo yucas y cañas. En esta herencia ha desarrollado y sigue desarrollando sus propias actividades, las que no esperan financiamientos del dinero público sino que se enerbola entre vecinos y entre grupos de jóvenes que crecen con el peso de la tradición sobre sus hombros, algo exclusivo de este barrio.
En el desarrollo de sus actividades se programaban en la década de los ochenta los muy famosos “bailes de disfraces”, reuniones de salón a las que asistían las principales familias del barrio y en suma del Celendín antiguo, debidamente acondicionados para tal motivo, haciendo usos de disfraces confeccionados artesanalmente y portando todas las formas del carnaval elegante y respetuoso de las damas.
Como estas actividades reunían a la sociedad, el municipio intentó fallidamente re-organizarlo en todas las ediciones posteriores, “quitándole” al Rosario su emblemática actividad, pero no para hacerla mejor, sino para traerla de menos a peor. Hasta que finalmente el baile de disfraces se convirtió en un espacio entregado al desafuero de lo cultural.
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Banderolazo de 1990 Rosario DF
Es famosa la vez en que el barrio entero se levantó contra los gobiernos de turno, para pedir el respeto por la tradición heredada en Colpacucho, y también son famosas las veces que se pidió la carceleta para todos los “revoltosos” de El Rosario.
Año tras año, el barrio de El Rosario demuestra que no perdido ni un solo ápice de la grandeza de sus orígenes, incluso ha recuperado a las nuevas generaciones que intervienen en estos mismos espacios con la energía y vitalidad de sus predecesores. ¿Por qué?
Aquí hablamos del peso de una clase de leyenda que se propala en círculos integrados por jóvenes y viejos, niños y adultos en los que se recuerdan las proezas de los viejos carnavaleros.
El poder de esta oralidad, es muy importante, hay relatos de unión entre familias, de amor, de parejas que se conocieron, enamoraron y formaron sus hogares en tiempos de carnaval.El agradecimiento al barrio entonces se torna como una eterna deuda que se retribuye cada año.
En este barrio se forman “canteras”, se transmite conocimiento, son escuelas callejeras en donde el arte está vivo en cada esquina.
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iglesia barrio el rosario
Un espacio desperdiciado por los organizadores oficiales, que en lugar de invertir los recursos públicos en originar “Talleres de Arte Carnavalesco”, rifan el dinero para invertirlo en carros alegóricos que jamás rompen las pocas expectativas de los concurrentes: Un camión mal tapado, retazos de frazadas, carrizos o plástico mal envuelto y ya.
Se ha perdido un sin número de expresiones artísticas, las pinturas de carnaval, las mascaricaturas o talleres de máscaras, la fabricación de clones, banderolas y demás expresiones, que sí se conservan a su modo en el barrio El Rosario, Sevilla y en ciertas ocasiones San Isidro.
Cada año se asiste, a un ton si son, de pasacalles, que exageran lo longitudinal en su recorrido y que empiezan muy tarde.
Ya y desde hace mucho los ciudadanos de a pie reclaman la formación de un patronato del carnaval, como existe en Cajabamba (años luz de distancia), compuesto por artistas involucrados en la identidad cultural.
Es tan usual ver en estos pasacalles, denominados “Corsos” la presencia de elementos externos al carnaval regional, robots, alienígenas, etc. No hay una exigencia de motivos locales, no se brindan en las conferencias de prensa con la Chicha de Jora, sino que se hace presencia con otro tipo de bebidas y ninguna muestra de culinaria carnavales (muy rica en la provincia). Las "unshas" desparecieron pro las banderas, los reinados por las barras bravas, y las comparsas hoy se denominan bandas (contratadas).
Recien y hace dos años, se presentó el afiche de Carnaval en rueda de prensa, y no bajo la mesa, y aúltima hora como en las gestiones pasadas, un programa que repete además el programa del Rosario (que por antigüedad, y consecuencia con lo expuesto) merece prioridad.
En El Rosario, se sigue haciendo los jueves de compadres y comadres, las rajadas de leña, el embanderamiento y ornamentación de calles, la visita con comparsas, el cántico de coplas, los pregones a la casa de la reina, la visita a los personajes emblemáticos del carnaval, las jaladas de chancho, las noches de sacolargo, los campeonatos de bolo, la competencia de viudas, y un sin número de actividades que ya quisiera el municipio poder siquiera parodiarlas.
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Don Churgape y el SANTA ROSA
Aquí la solución que ya es de a pocos un grito que exige, la intervención de las empresas privadas que descentralicen la organización el Carnaval provincial, y que inviten a los demás distritos a integrarse en un solo carnaval (que mantenga la unidad y búsqueda de objetivos en común), pero que sea liderado por un solo Patronato y no por ninguna “botella borracha” de la política y de sus cuadros.
Que respete el legado celendino, y que pueda generar tanta expectativa que resulte en el arribo de turistas que vengan a participar de un digno espectáculo como el que Celendín se merece desde hace ya muchas décadas y que ninguna autoridad pública ha sabido entender y menos RESPETAR.
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EL INDIO MAYTA LEJOS DE SU TIERRA, ALEGORIA DE UN BARRIO EN CAJAMARCA
Escrito por
Activista 2.O, ComunityManager, Voice Over, Marketero en curso intensivo y Comunicador Sin O.
Publicado en
Calumnias de Opinión, punzantes, hirientes y muy dulces.