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POLÉMICA POR POSIBLES CAMBIOS EN LOS NOMBRES DE LOS PARQUES Y CALLES DE CELENDÍN

El parque del “RockSario”

POLÉMICA POR POSIBLES CAMBIOS EN LOS NOMBRES DE LOS PARQUES Y CALLES DE CELENDÍN

Publicado: 2015-06-29


En realidad me alegró bastante la emisión de la ordenanza municipal que por fin reconoce, al 03 de julio como un día en que la ciudadanía preocupada por la incursión minera hostilizada con metralla, se movilizó a su plaza histórica, reclamó y murió. Porque muchos morimos aquél día. Por ejemplo en mí murió la ganas de seguir colaborando con una plata-forma desinstitucionalizada, que huyó luego que el plomo reventó la sangre de nuestros hermanos. Y después verlos posando para sus selfies retorcidos con los paisanos que por el infortunio quedaron paralizados y conminados a vivir en una silla de ruedas, fue más que nauseabundo… fue vomitivo. Ningún proyecto justifica la muerte de personas, ninguna lucha se sostiene sobre la sangre derramada, más cuando esta no es de uno mismo.

Para muchos reclamar es malo, ir en contra, desobedecer ¿Cómo podrían? Si besar la mano, sobonear al patrón, bajarse el pantalón, lustrar el zapato, o zurcir la media son su único don para alcanzar paupérrimas propinas, soñando eternamente aspirar al anhelo triste de infundirse en el papel de lacayo de minera. Y eso está bien, es su derecho, pero no cuando viene desde la prensa.

Esa prensa convenida, traída a menos, notoriamente vendida o alquilada que es peor. De la que nunca hubo solidaridad con las familias de los fallecidos, y esto incluye a candidatos políticos y propietarios de medios (allí nomás protagonizan conflicto de intereses) que sobre los cadáveres festejaron el estado de emergencia, creyendo que se trataba de un gesto valiente del gobierno y de minera. Nada más ruin.

Sin embargo, el gesto de emitir la ordenanza municipal del día de la dignidad celendina (que jamás hubiera sucedido en el gobierno local anterior), se opaca cuando llega con una serie de “propuestas”, espero que con consulta ciudadana, para modificar el nombre de algunas calles de la ciudad.

Y esta reforma urbana, está bien siempre y cuando se consensuada, lo malo es que no debería tomarse como prioridad, sobre muchas necesidad actuales, reales que el gobierno municipal no ha podido resolver o viene resolviendo aún.

Los jóvenes encabezaron la lucha contra Conga, pero tampoco significa que anden peleados con el trabajo, ¿Hay bolsas de trabajo para jóvenes que no implique portar la tarjeta del partido gobernante? ¿Se está generando oportunidades para evitar la fuga del talento local? El mensaje se contradice cuando el esfuerzo es tan superfluo como cambiar denominaciones en los jirones.

Hay calles, es cierto, cuyos nombres no son de origen celendino, más allá que uno u otro acomplejado diga que hay que nombrarle “pan de azúcar” al mirador en la colina de San Isidro (Sirachucho), o festejar que la calle “Río de Janeiro” pueda algún día ostentar la gracia carioca del carnaval.

Algunas por ejemplo, que le rinden homenaje a expresidentes, y alcaldes que hoy andan siendo investigados por corrupción, y ninguna arteria que nos recuerde la visión verniana para el trazo de las calles como la de José Comesana en el siglo XVIII.

Lo que más me indigna, que el más grande de las letras de todos los tiempos en Celendín: Julio Garrido Malaver, no tenga ninguna mención en su tierra natal, a pesar de que el mismo Antenor Orrego llegó a elogiarlo comparándolo con el poeta del dolor humano César Abraham Vallejo (así disguste a algún apátrida picón, que siempre fue mezquino con él, con César y Julio)

Sin embargo, y a raíz de la polémica, insisto espero que “propuesta” de asignar el nombre del parque de los “mártires del agua” al parque en el Rosario, que de por sí resulta grotesco desde la concepción del nombre, porque el mártir se “inmola” ideologizado por alguna religión, que no es el caso de morir abatido en desventaja, sin haber tenido la intención de perder la vida, sino que luchar por ella. Y además porque los sucesos no ocurrieron en el parque antes citado, que algunos bautizaron popularmente en fechas de carnaval como “parque Garibaldi” o “parque del rocksario” (que tampoco representa a nada). También está parque de las águilas (que irónicamente tiene unas pequeñas golondrinas o palomas, en un gesto desleal de la política para con un barrio peligroso cuando se une) Y las águilas desbordando la insignia de un club deportivo que dió el nombre al barrio entero, cuando el tío “Win” Aliaga impulsó en los jóvenes de Colpacucho la necesidad de identificarse con colores y símbolos, repercusionó el tiempo de vivencia en Argentina.

Sería importante, como sugerencia volver a las raíces del nombre “Colpacucho” por la riqueza fonética que desprende, pero esta decisión tiene que ser consultada y consensuada, para que después no nos avergoncemos de las patinadas de los gobernantes en sus decisiones tomadas en solitario.

Insisto, esto no debería ser prioridad, hay temas más urgentes que resolver, como el desabastecimiento del agua en la ciudad, la falta de trabajo, el partidarismo pisoteando a la ciudadanía, la fragmentación de instituciones, y otros.

Alguien muy viejo y sabio me dijo en las redacciones que ya uno tendría que sospechar de una gestión cuando embiste con un cúmulo de acciones “secundarias”, “accesorias”, “simbólicas”, “nimias” o “vacías” antes que tomar reformas en serio. Cuando esto sucede, hay que estar más que atentos porque por lo general solo sirven para encubrir o tapar cosas más grandes.

Deseo que no… pero permaneceremos vigilantes.


Escrito por

Franz Sánchez

Activista 2.O, ComunityManager, Voice Over, Marketero en curso intensivo y Comunicador Sin O.


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